Aquella
noche caminé por la playa, no recordaría hoy durante cuánto tiempo, solo sé que
paso tras paso, mis sentidos se agudizaban, mi mente se transformaba en una
telaraña de recuerdos tuyos, cada uno con un sin fin de sonrisas. Mi corazón
palpita demasiado rápido y no puedo contener las lágrimas. Caminé y caminé, no
paré, me abrazaba a mi mismo protegiéndome de la brisa que proveniente de el
mar y que se mezclaba con el viento. Solo la luna me acompañaba en ese momento,
brillaba como nunca, una tenue luz blanca se posaba sobre todo mi camino que a
su vez era bañado por las olas del mar. La playa solitaria y oscura me pertenecía
a mí ahora. Eso era lo que más me atemorizaba, que ahora era yo quien solo recorría
aquel lugar que solía ser nuestro.
Hoy
decidí venir a recorrer esta orilla por te extraño, porque fue aquí donde te encontré
y fue aquí donde te dije adiós. Decidí venir a tratar de recordar y de asimilar
tantas cosas que han pasado desde aquella noche. Así con este terrible aspecto
y atemorizante paisaje volví porque a pesar de los años sigo creyendo que
caminas junto a mí.
El
agua fría moja mis pies, desearía no sentirla pero es la única manera de
mantenerme despierto sin imaginar y sin alucinar. Desde que te fuiste no he
podido reconocer la realidad, porque tú eras mi realidad y te fuiste y te
llevaste todo lo que algún día yo había construido, tú te llevaste las lágrimas
de un siglo de dolor y te llevaste mi corazón. Hoy diecinueve de noviembre volví a dejarme caer en este lugar, me dejo vencer por tus recuerdos, y pido a Dios que
me regrese aunque sea una sonrisa.
Volví
a esta playa porque aquí te dije adiós. Fue aquí donde mi suprimí mi alma. Fue en
esta playa donde te prometí esperarte, donde en mis brazos reposaste y tus ojos
se cerraron frente a mí. Fue aquí donde perdí todo lo que quise realmente. En algún
momento te dije que no podría vivir sin ti. Y nunca te mentí. Esta noche te
besare de nuevo. Esta noche seré feliz a tu lado. Esta noche es para siempre.