En la penumbra de la gran habitación comenzó a despertarse, se sentía
muy relajado, su cuerpo desnudo se confundía con el cuerpo de su hermano que
reposaba parcialmente encima de él. Las enormes cortinas impedían la entrada de
la luz natural, solo hacía que la habitación se cargara de una tenue
iluminación. Lucas comenzó a acariciar el cabello rubio de su pariente mientras
Tomas ya despierto comenzaba a tocar el pecho de Lucas tan delicadamente que él
sentía que se le ponía la piel de gallina. Tomas comenzó a levantarse e
inclinarse sobre el cuerpo de su hermano para darle un beso, un beso largo y
tranquilo, un beso perfecto y prohibido. Lucas sabía muy bien que todo estaba
fuera de lugar pero aun así, el veía a su hermano como un espejo mejorado de sí
mismo, plasmo en él, el amor que sentía por sí mismo y a la vez por él. Durante
el beso sentía que se enloquecía, que estaba incurriendo en un delito, sabía
que si alguien descubriese lo suyo estarían en serios problemas, quizás hasta
podrían morir, sin embargo, no iba a dejar de sentirlo, sabía que estaba atado
desde el primer día que descubrió a su hermano como un hombre, cuando jugaron a
quererse por primera vez.
-¿Pasa algo?- pregunto Tomas ante
la extraña expresión de su hermano mientras se besaban.
-Nada, estoy bien- respondió Lucas emitiendo una sonrisa- no pasa nada
cuando estoy al lado del hombre al que amo, pero…
-Pero ¿Qué?- Pregunto entusiasmado.
-Has pensado ¿qué pasaría si llegaran a descubrirnos, si en algún momento nuestra Madre o nuestro
padre entraran a esta habitación y nos vieran así?, nuestro padres nos
asesinaría, o tal vez nos encierre en el sótano por el resto de nuestra vida.
Nuestra familia no aguantaría una vergüenza como esa, somos hermanos Tomas, eso
es lo que nos condena- dijo Lucas con la mirada perdida en el techo- te amo
pero tengo mucho miedo.
-Yo también lo tengo Lucas, tengo miedo de morir por esto- dijo mientras
se acostaba a un lado de su hermano y comenzaba a mirar el techo- Hace un par
de años cuando todo esto comenzó sentí que era la persona más feliz del mundo,
siempre estuvimos juntos en todo pero sentía mucho miedo de decirte lo que
pasaba conmigo, cada vez que íbamos al hipódromo del reino te veía solo a ti,
eras mi mayor fantasía, la fantasía prohibida, y hoy eres una realidad y no te
quiero perder.
-Nunca me vas a perder, no seas tonto, ¡soy tu hermano!- exclamó
mientras miraba a su hermano severamente.
-Tú ya no eres mi hermano- dijo Tomas susurrando- Tu eres mi amante. La
sangre se perdió desde el primer momento en que fui tuyo y nunca va a volver a
recomponerse. Serás mío desde el primer día en que estuviste en mí hasta el mi
último aliento.
Lucas se levanto de la cama y recorrió el cuarto pensando en las
palabras que su hermano había dicho mientras este se daba media vuelta. Observaba
el cuerpo de Tomas en la cama con mucho detalle, la penumbra hacia que su
cuerpo se transformara en un sepia perfecto, una obra de arte viviente, era
hermoso, era pulcro, podía escuchar su respiración desde la pequeña distancia
que aguardaba entre los dos, y supo desde ese momento que jamás volvería a amar
a nadie más que a su propia sangre.
Isabel estaba aterrorizada, no quería salir de su cuarto, sentía que su
vida corría peligro, pero pensaba sobre todo en lo que su madre se había
convertido, una bestia, insensible, deforme, inhumana, un monstruo. De su padre
aun no sabía nada, pero sentía que no era el momento de salir de su cuarto,
esperaría a que Marcela llegara y así poder salir acompañada de alguien.
Pasaron menos de cinco minutos y Amry tocó a la puerta del cuarto de
Isabel, esta de inmediato entro en pánico, no podría mantener un control de sí
misma así que su primera idea fue envolverse en las sabanas con la cara tapada.
Amry finalmente abrió la puerta.
-Es hora de bajar a desayunar-
dijo Amry mientras observaba el bulto de cobijas blancas en que se había
transformado su hija.
-En un momento iré mama- respondió con voz temblorosa.
-¿Te pasa algo hija?- pregunto con desdén mientras levantaba una ceja.
-Estoy bien, en un rato bajo- dijo casi a punto de llorar- ¿Dónde está
Marcela?
-No lo sé, últimamente no veo a ninguna de las criadas por aquí-
respondió casi sonriente- seguramente han decidido dejarnos sin avisar, se
debieron enterar de lo locos que estamos o de lo locos que seremos, ¿no crees
hija?
Isabel no respondió ante el comentario de su madre, solo espero hasta
que la mujer saliera del cuarto para poder pasar al baño y tratar de calmarse
un poco. Habían pasado solo tres o cuatro días desde que no había podido dormir
bien del todo, cada día se había convertido en una tortura sobre natural, no
entendía por qué después de tanto tiempo, había comenzado a sufrir este tipo de
enfermedad. ¿Pero cuál sería?, ¿Había soñado a caso?, las respuestas a estas
preguntas envidian su cabeza y una era totalmente diferente de la otra, no
había concordancia en ninguno de sus pensamientos, pensaba que se había vuelto
loca. Jenna y Karla estaban bien y ella solo tenía horribles pensamientos
mezclados con el odio que obtenía de su madre.
Como pudo logro arreglarse un poco y bajo las escaleras temblorosamente,
esta vez, no encontró ningún rastro de la sangre que había visto en la mañana
al bajar y logro tranquilizarse un poco. Mas lucida recorrió el pasillo
principal y entro a al comedor donde se encontraba sola. Cinco minutos más
tarde Lucas y Tomas, perfectamente listos para equitación, se presentaron y se
sentaron junto a Isabel.
-¿Pasa algo hermanita?- Pregunto Lucas ante el aspecto enfermizo que
tenia Isabel.
-Estoy bien, no he dormido bien, nada más que eso- dijo cortante.
-¿Estás segura?- siguió Tomas.
-Sí, esto bien- reafirmo mientras se organizaba el cabello, había bajado
tal cual se había levantado, nunca antes había estado tan impresentable ante
sus hermanos desde aquella vez cuando era una pequeña niña de 4 años y solía
jugar todas las mañanas en el jardín, usualmente solía entrar con la ropa
sucia, llena de tierra y con el cabello enmarañado como si hubiera tenido una
pelea afuera.- ¿Y ustedes? ¿Qué tal va todo ahí adentro?
-No entiendo hermanita, a que te refieres- respondió Lucas mirando con
sorpresa a su hermano.
-Olvídenlo- respondió Isabel con una sonrisa cómplice en su rostro.
-Quiero que me dig...-
-¡Buenos días!- interrumpió Amry, quien abrió la puerta de par en par,
al verla todos quedaron enmudecidos en la mese.
Amry llevaba un vestido de color negro ajustado al cuerpo, parecía lista
para un baile real, usaba una tiara y un collar de rubíes, su piel blanca
contrastaba a la perfección con aquella tela de lino que remarcaba su figura,
le aumentaba el busco y hacia que su rostro fuera infinitamente atractivo, su
cabello dorado estaba perfectamente recogido y dejaba al descubierto unos
grandes pendientes del mismo material de su collar. A su lado hacia su entrada
John, con un perfecto traje negro e impecable abrazaba a su mujer camino a la
mesa.
Al ver a su madre Isabel palideció, sentía nauseas y terror de solo recordad
la escenas que había presenciado unas horas antes, sin embargo conservaba la
ilusión de que todo eso fuese solo una mala pasada de su cerebro enfermo.
-Marcela esta por servir- Dijo Amry mientras dedicaba una sonrisa a su
marido.
-¿Donde está Karla y Jenna?- Pregunto Isabel fingiendo curiosidad.
-Al parecer mi querida hija nos han dejado esta noche, han salido sin
avisar y quien sabe donde estarán- respondió con despreocupación mientras hacía
sonar la campana que traería el desayuno.
-No entiendo nada, y ¿No piensan informar sobre esto al Reino?- Pregunto
Tomar desconcertado.
-No tomas- respondió el John con una mirada severa- Esas mujeres hace
mucho viene trabajando de mala manera, seguramente algo traían entre manos
contra nosotros, es mejor que se vayan y que no vuelvan nunca más.
-¡Pero deben dar aviso, puede haberles pasado algo!- intervino Isabel
preocupada y bastante exaltada.
-¡DIJE QUE NO! Y ¡NO QUIERO QUE SE HABLE MAS DE ESTE TEMA!- grito Amry
mientras se levantaba de su silla- Nadie va a hablar sobre esas miserables
mujeres que se encargaron de abandonarnos sin decir una sola palabra, son unas
malagradecidas, solo espero que estén muertas.
Al decir esa oración, Isabel comenzó transpirar, su nerviosismo
aumentaba mientras que su madre caminaba lentamente alrededor de la mesa con
una expresión rígida en su rostro, se detuvo en la cabecera donde estaba su
marido y dedico una enorme sonrisa a todos en la mesa mientras que dos Enormes
hombres que ninguno de los miembros de la familia había visto antes se paseaban
entre ellos dotándolos de banquetes especiales para el desayuno de la familia.
-Ah, había olvidado presentarles a Joself y a Rem- dijo Amry mientras
acariciaba el cuello de su marido- Ellos a partir de hoy van a reemplazar a las
desadaptadas mujeres que trabajaban en nuestra cocina.
Joself era un hombre de aproximadamente dos metros de estatura, un
hombre de piel negra pero con facciones no tan propias de su raza, era fornido,
sus músculos se marcaban a través del
grueso traje de trabajo, por otro lado Rem era un hombre de un metro y ochenta
de estatura, también era altamente fornido, este era un poco más modesto, a
pesar de que sus músculos también se notaban, este optaba por no alardear de
ellos, era un hombre de cabello negro y la piel blanca como el queso, sus ojos
verdes opacaba cualquier intento de belleza que hubiera ante su presencia. Sin
embargo no se trataba de hombres comunes empleados, todos sabían que aquellos
que servían en las casa más importantes del Reino era personas elegidas para cumplir
una misión obligatoria y de por vida, generalmente eran aquellos inadaptados a
quienes la monarquía había dado misericordia y había enviado a una mejor suerte
para evitar la muerte.
Joself se paseo sirviendo el juego de naranja que acostumbraban tomar
mientras Tomas lo seguía con la mirada, Lucas evidentemente se dio cuenta que
su hermano estaba hipnotizado con aquel hombre de color que estaba sirviendo.
Tomas no disimulaba en lo absoluto, su mirada era fija, corría con la suerte de
que su familia a excepción de su hermano estaban pendientes de otros asuntos y
no reparaban la actitud que había tomado tomas.
-¡Ya basta!- susurro Lucas a tomas mientras este le pisaba un pie bajo
la mesa. Tomas inmediatamente se reincorporo mentalmente a la mesa
-Madre, y ¿de dónde has sacado a estos caballeros?- Pregunto Lucas con
una cara de sorpresa fingida.
-Los solicite esta mañana, y llegaron muy rápido, son perfectos ¿no
crees?- Respondió dedicándole un guiño.
-¿Donde está Susana?- Pregunto Isabel que había estado en silencio desde
el grito de su madre.
-Está en su cuarto, Marcela se está encargando de ella, al parecer no se
siente bien- Dijo Amry evitando la mirada de su hija- de todas maneras se que
se va a poner bien mientras nadie la moleste, con Marcela está en buenas manos.
Al terminar el desayuno, los nuevos encargados del servicio retiraron
todo de la mesa y se dirigieron a la cocina, Amry y John anunciaron que saldrían
de la casa, visitarían el castillo y no volverían hasta la noche. Los hermanos tenían
un arduo entrenamiento con los caballos así que salieron inmediatamente hacia
el hipódromo, e Isabel quedaría solo en la casa junto con los nuevos del
servicio.
Isabel volvió a su habitación y procuro estar calmada, fue al baño y
tomo una ducha de agua caliente, pudo relajarse por primera vez, duro
aproximadamente una hora en aquel baño esclareciendo su mente y tranquilizando
su cuerpo, al fin decidió levantarse de la tina y salir, se envolvió en una
gruesa toalla y salió a habitación.
Camino hasta su cama donde había puesto su ropa, comenzó a vestirse
frente al espejo mientras comenzaba a observar que el espejo se empañaba.
Cuanto más ella prestaba atención al espejo, este se empañaba mas y mas como si
la humedad del baño hubiera pasado al resto de su cuarto, los vidrios de las
ventanas también comenzaron a empañarse y la temperatura comenzó a bajar rápidamente.
De su baño salió una bella mujer desnuda, con el cabello rojo y los ojos
azules, su cuerpo era perfecto, y su rostro a Isabel le era muy familiar.
Isabel no sintió miedo al ver esta mujer, por el contrario, la extraña
presencia le proporcionaba una cierta paz que el resto de la casa le quitaba.
Isabel camino hacia aquella mujer mientras esta la miraba fijamente desde la
entrada de su baño, de un momento a otro, esta mujer se abalanzo sobre Isabel y
la tiro al suelo, pero este ya no era el suelo de su cuarto, había atravesado
el suelo hacia pero aun así estaba en el mismo había caído en su habitación,
solo que esta vez era ella la presencia desnuda que observaba sin ser percibida
su propio cuarto.
Al verse desnuda Isabel corrió a abrir su closet pero encontró ropa que
no era de su pertenencia, la ropa era antigua, diferente, camino hacia su cama
y sintió que no era su aroma el que expedía sus sabanas, a un costado de la
cama, un suntuoso espejo se elevaba casi por toda la pared era muy alto pero no muy ancho. Isabel paso
frente al espejo pero no pudo reflejarse, era como si no existiese, solo ella podía
verse a su misma. En su desesperación por intentar verse en el espejo, dejo
escapar un grito al ver que aquella mujer rubia y desnuda que se había abalanzado
sobre ella salía nuevamente del baño, esta vez con una tranquilidad y libertad
sobre ese cuarto, la vio abrir el closet y sacar un gran vestido junto con un corsé.
La bella rojiza se vestía mientras alegremente cantaba y recorría el cuarto de
un lado para el otro sin siquiera percatar que Isabel estaba ahí, desnuda,
presenciando todo lo que hacía.
-Margarita, ¿estás lista?- dijo una voz masculina mientras abría la
puerta del cuarto. Inmediatamente Isabel intento cubrirse su desnudez pero le
fue imposible.
- Me falta acomodar un poco mi cabello y estaré lista su majestad- respondió
la mujer dedicándole una sonrisa.
- Me permitirías un segundo- dijo señalando hacia donde estaba Isabel.
-¡Claro que si su majestad! Esta es su casa y su espacio- respondió de nuevo inclinando la cabeza.
El hombre avanzo rápidamente hasta donde estaba Isabel y esta grito tirándose
para atrás y cayendo en un rico mientras
el hombre se acercaba cada vez mas sin siquiera darse cuenta de la presencia de
Isabel. El posaba frente al espejo, se miraba su vestimenta y acomodaba según se
veía a sí mismo aquello que perturbase su imagen, sus ojos no estaban
disponibles para Isabel, ella no existía ni para él ni para aquella mujer, no
era nadie, se había convertido en un fantasma.